Isabel pinta, siempre o a veces, mujeres con ojos atentos, abiertos, acostumbrados a querer ver el otro lado de la luna. Este rostro de mujer “isabelina”, tan particular que no se puede dejar de mirar, parece devenir de una dolorosa historia. Creo que esta niña – artista recoge del propio y colectivo inconsciente, miradas extraviadas de las muchas mujeres desaparecidas, perseguidas, recluidas y silenciadas de su propia ciudad. Isabel sabe que sus mujeres deben tener ojos atentos, abiertos, acostumbrados a ver el otro lado de la luna. Isabel pinta, siempre o a veces, mujeres con colores primarios que denuncian sentimientos, intenciones y deseos de transitar por una paleta infinita de posibilidades. Isabel sabe que los puntos de vista son más complejos que la obsesión de representar el espacio en el plano. Isabel pinta, siempre o a veces, mujeres que deciden enhebrar la belleza en el lugar del corazón. Isabel pinta, siempre o a veces, mujeres con perspectivas intuitivas de ojos atentos, abiertos, acostumbrados a ver el otro lado de la luna. Isabel sabe que las mujeres se miran largas horas al espejo para que su trenza hecha de lanitas sea el detalle, nada más que un detalle como al pasar.

Agradezco a la Sra. Liliana del Valle, querida mujer que la vida me regaló. Gracias a ella, pude conocer esta obra de su entrañable nieta, Isabel Herrera de 8 años que vive en la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires.

Mirta Salafia