Élida Garavaglia es Profesora Nacional de Pintura, egresada de las escuelas Manuel Belgrano y de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, en el Profesorado Superior que hoy es UNA, Universidad Nacional de las Artes. Docente en las cátedras de Lenguaje Visual y Pintura, en la Escuela de Bellas Artes Carlos Morel de Quilmes, Provincia de Buenos Aires. Ha participado en salones nacionales y provinciales, en el apartado Dibujo, y continúa exponiendo en muestras individuales y colectivas.
La artista plástica, Élida Garavaglia ha sido entrevistada en el Programa Radial “Conversando con Más Mujeres”, en el año 2021. Durante el desarrollo de la misma se han presentado algunas de sus obras en perspectiva temporal y técnica, así como fotos de su interesante y larga trayectoria de formación recibida en el ámbito de las instituciones artísticas de nuestro país. Entre los diversos temas abordados, se presentan en esta oportunidad, los más relevantes considerados para esta edición.
¿Cuándo te iniciaste en la formación artística?
Terminada la escuela primaria y, dadas mis condiciones para el dibujo, mi madre que era profesora de Dibujo, me inscribió en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, creada por Belgrano, en 1799 como una escuela para el dibujo, la perspectiva, la arquitectura. La Escuela de Bellas Artes duró poco tiempo. En 1802 la Corona la cerró, sin embargo, quedó como la piedra fundacional de lo que después terminó siendo toda la proyección de Bellas Artes, de la enseñanza del Arte en la República Argentina.
Tuve que rendir un examen de ingreso y para ello me preparé en la Academia Nueva, una asociación privada que estaba formada por egresados de Bellas Artes. El examen consistía en un dibujo de observación de la naturaleza muerta y un trabajo de imaginación.
¿Cuál era la proporción de la matrícula entre varones y mujeres?
Había más mujeres. Yo concurría en el turno tarde y éramos más mujeres, cuestión que se repetía en los otros dos turnos, a la mañana y a la noche.
Investigando sobre la actual Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, continúa con los exámenes de ingreso en las áreas de Dibujo y Pintura y, en este año 2021, se inscribieron solamente, 181 alumnos. Los aprobados fueron 82 que obtuvieron calificaciones entre 10 y 8 como promedio. Los cuatro primeros con un promedio de 10 fueron cuatro mujeres. En el resto de los aprobados, sólo hay nueve varones.
Sí, sigue siendo como en aquel entonces. Sin embargo, la mayoría de nuestros docentes eran varones. En los talleres, las mujeres eran muy pocas. La mayoría de ellos eran grandes artistas plásticos y muy conocidos. En cambio, esto se revertía en las materias de Filosofía e Historia del Arte.
Mientras transcurre la entrevista se van mostrando fotos de la Escuela y su grupo de compañeros y profesores, entre ellos, la artista plástica Mónica Lerner. ¿Podrías describir en qué consistía una clase de Dibujo?
En los primeros años, predominaba la naturaleza muerta o algún yeso. Pero, sobre todo, la naturaleza muerta. En segundo año, teníamos modelo vestido, y recién -ya no me acuerdo- si desnudos… me parece que empezamos, en tercer año. Desnudo femenino, ¿eh?. Nada de varones.
¿Para los varones ponían algún modelo masculino?
No teníamos compañeros varones. No te puedo decir. Había algún varón, pero yo no lo he tenido de compañero.
¿Cómo se establecían las secuencias de una clase de dibujo entre los profesores y los alumnos?
El profesor te daba algunas indicaciones y después te dejaba libre, y se iba, era lo normal, o se sentaba a leer y te dejaba trabajando. Luego regresaban, te daban una devolución, y se volvían a ir. No estaban, permanentemente, en el aula. La escuela era muy libre, más libre que cualquier otra escuela tradicional, eso es lo que a mí me gustó desde el primer momento. Creo que eso me enamoró de entrada, porque… ya el hecho de no llevar guardapolvo… sí, llevabas un delantal para no ensuciarte. Pero, después, todo lo demás me parecía bárbaro. La escuela era muy heterogénea porque en el mismo curso, tenía compañeras de edades muy diferentes.
¿Qué estamos viendo en esta nueva foto?
Es el aula taller de grabado, creo que con la profesora y grabadora Beatriz Juárez. La escuela funcionaba en una casa que había sido un hermoso petit hotel. Las aulas de grabado tenían las ventanas al ras del piso y daban sobre la calle porque eran las antiguas cocinas de la casa. En las aulas de grabado estaban las prensas y las tintas.
La última foto es en la sala de proyecciones y nos hacíamos las dormidas porque estábamos esperando a la profesora de Historia del Arte quien nos daba clases a través de filminas y diapositivas. La sala estaba toda cubierta con marquetería de madera, hasta en el techo, como si fuera una habitación del museo de arte decorativo. Era una maravilla.
¿Con qué frecuencia iban al Museo de Bellas Artes?
Bastante seguido, junto con los profesores de pintura y de dibujo.
¿Qué biblioteca utilizaban?
La biblioteca de la escuela.
Luego de terminar tu secundario en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, ingresaste a la Escuela Superior de Arte, te recibiste y comenzó tu carrera profesional como profesora en escuelas primarias, secundarias y en la Escuela de Bellas Artes Carlos Morel de Quilmes, donde permaneciste durante treinta años hasta tu jubilación, en el año 2010. Has sido una profesora que abarcó muchas de las materias humanísticas de la formación artística. ¿Cuál es la relación que se establece entre los profesores que están formando a un futuro artista frente a la evaluación entre las materias específicas de la especialización y entre aquellas que son de formación integral y/o pedagógica?
Es complicado. En general, hemos tenido bastantes buenos alumnos; quizás hubo casos muy excepcionales que no alcanzaban un nivel necesario para estar en determinada situación, sin embargo se podía advertir que había resto como para continuar acompañando. La idea es que se debe alentar. No coartar, ni decir no sirve, no sigue. Creo que hemos tratado de alentar donde se veía que sí había materia como para seguir trabajando. No hay que olvidarse que la escuela, en realidad, no es para formar artistas, sino para formar docentes en arte.
¿Puede haber un acontecimiento de tu propia vida que haya sido compartido con tus alumnos para ser alentados, frente a la adversidad que suele presentarse en la trayectoria formativa?
Creo que haber estudiado Bellas Artes, me salvó la vida, entre comillas. No es que me iba a suicidar pero tuve muchos problemas en plena adolescencia. Mi madre estaba gravemente enferma. Este ha sido el recuerdo desde donde he podido alentar a mis alumnos. El estar estudiando en esa escuela, pertenecer a un grupo con el que compartía la formación y ese mundo, en general, me transportaba a otro lugar. Entraba a la escuela y me sentía en otro mundo, aunque fuese por un rato, media hora, una hora, salía de lo cotidiano y de aquello que me abrumaba. Estar en otro espacio. Estas sensaciones no las puedo dejar de reconocer. Hasta el día de hoy, recuerdo con especial afecto a mis compañeras y en especial, a Matilde Marín, quién luego de tantos años, seguimos compartiendo nuestra amistad.
Es el arte un modo de acercarnos con más profundidad a los sentimientos propios y ajenos. ¿Cómo ha sido tu experiencia en tu formación artística?
Exactamente. El arte toca fibras muy íntimas. Al principio, está más condicionado, sin embargo, en los años superiores se va viendo la transformación de la propia sensibilidad.
Pienso en los artistas como aquellos seres que no tienen demasiado tiempo para convivir con una belleza, y necesitan pasar a otra. Sea cual fuere el espacio o la manifestación artística, el taller donde trabaja, la obra propia o ajena, el museo, la música, la danza, los colores, la observación de la naturaleza… Es decir, tienen la necesidad de estar más que otros en contacto con lo bello, sin importar cómo definir la belleza.
Se lleva adentro, vive con uno mismo, es una parte constitutiva. Entonces, todo lo que se mira, tiene una mirada ya formada. Es un ojo distinto al resto. Se van abriendo todas las sensaciones y sentimientos hasta llegar a expresar cosas que ni uno se imagina. Esa es la verdad.
¿Cómo te iniciaste en la Granja de Mamá Bago, taller de grabado de la artista plástica Alejandra Bagolini?
Trabajamos juntas en la Escuela de Bellas Artes Carlos Morel. Compartimos como profesoras, el último año de la carrera. Realizamos evaluaciones conjuntas. Fueron momentos muy lindos y muy divertidos. Nos hicimos muy amigas.
Comencé a asistir al Taller de Mamá Bago y con Alejandra empecé de a poquito a inventar. Tenía como pendiente el tema del grabado. El grabado permite reinventar muchas técnicas y muchas experiencias diferentes. Las texturas es algo que me atrae muchísimo. Me permitió incorporar más elementos. Comencé, tímidamente, pero a partir del año 2011, cada vez más, hasta el presente. Es un encuentro que no podemos dejar.
Compartimos algunos de tus grabados y sería bueno saber cómo se llega a obtener estos bellísimos resultados.
En general, están todos realizados a partir de monotipos. Un monotipo se forma con una plancha de acrílico y sobre ella se trabaja directamente pintando con las cintas de grabado. O, en otros casos, agregando elementos que después al imprimir dejan una impronta. Puede haber texturas que queden más impresas o más suaves, en estas últimas me importa trabajar dándoles más importancia, o agregando líneas o con hilos pegados en la estampa. Puedo agregar, además, trozos de collages e imágenes.
Algunas de tus obras salen de los límites. ¿Cuáles serían, en general, los márgenes que no te interesan respetar?
Es un poco como salir de la vida cotidiana y está expresado de esa manera. El rectángulo lo veo a veces tan encerrado, que necesito traspasarlo. Yo salgo con el espíritu, aún sin moverme de mi casa. Uno no sale pero vuela de esa forma. No en todos los trabajos, pero en algunos tengo la necesidad de hacerlo.
¿Qué te ocurrió en este tiempo de pandemia?
Antes de la pandemia fui acumulando muchos trabajos sin terminar, entre otras cuestiones porque mi esposo y yo cuidamos a nuestro nieto a quien adoramos. Sin embargo, a pesar de la dolorosa situación de la pandemia, fue un regocijo el estar sin ningún apuro, ni presión de horarios. La pandemia para mí, significó un tiempo de felicidad en términos de producción creativa.
Retomando tu historia, nuevamente el arte te salvó la vida, dado que no todas las personas han podido soportar el encierro, la incertidumbre y la amenaza de muerte.
Así es.
¿Has podido vender obra, hay algún lugar que esté facilitando esta posibilidad?
Te voy a ser sincera, yo no me ocupo demasiado del tema. Lo único que hago es publicar en Instagram. Alguna vez he vendido algo, pero es difícil, muy difícil.
¿Está prevista alguna muestra colectiva o individual de esta serie de obras comprendidas entre el año 2020 y 2021?
Por supuesto, exponer es otra cosa. Las muestras que hemos armado lo demuestran. El espacio es importantísimo.
Es una obra muy bella que merece ser exhibida en una exposición en un lugar adecuado y con un buen trabajo curatorial, más allá de difundirla a través de las redes.
Muchísimas gracias.
Y llegó el día de la Muestra donde la artista plástica Élida Garavaglia expuso sus obras y tuvimos la enorme alegría de visitarlas y disfrutarlas. El video está compuesto por todas las obras expuestas, en su oportunidad.
Son 14 grabados. Títulos: Navegando Sueños (monotipo iluminado, collage, agosto 2023) / Buscando…discerniendo (monotipo, collage, mayo 2024) / Vaivenes / monotipo collage, enero 2021) / Alterado (monotipo tinta, julio 2020) / Senderos imaginados (monotipo iluminado, collage, octubre 2020) / Lunas (monotipo, tinta, collage, setiembre 2020) / Casi geometrías (monotipo iluminado, junio 2024) / De noche (talla en cartón, lápices acuarelables, junio 2023) Basura Cósmica (monotipo iluminado, collage, diciembre 2023) / Desencuentros (monotipo iluminado, collage, julio 2023) / Huellas Efímeras (monotipo iluminado, collage, febrero 2024) / Cometas I (monotipo , collage, 2017) En mi mundo (monotipo, collage, 2020) Atravesados (monotipo iluminado, 2020).
MUESTRA “DÚO ANALÓGICO, GRABADOS Y ESCULTURAS DE ÉLIDA GARAVAGLIA Y OSVALDO SARACCO”
MUSEO VÍCTOR ROVERANO DE LA CIUDAD DE QUILMES -Del 10 de Octubre al 3 de Noviembre de 2024-
Mirta Salafia