A Úrsula Bahillo, Rojas.
A Guadalupe Curiel, Villa la Angostura.
Seremos siempre sus testigos y su memoria.

De todas las reinas, Juana I de Castilla, la que apodaron la Loca, será siempre mi preferida. Ha sido, acaso, su pasión por vivir, su indiferencia religiosa, su loco enamoramiento de Felipe el Hermoso, el deseo de ser reina hasta el intento de conducir las tropas a la batalla, el haber parido seis hijos concebidos con lujuria y placer. Tal vez, porque imagino el rostro desencajado de dolor y desamparo de Juana. Lleva una vida en su vientre y durante ocho meses, acompaña el cadáver de su amado marido hasta el descanso final. Un marido que la despreció, la traicionó con amantes y en su derecho legítimo al trono.

Juana no se rinde. Intentará seguir siendo reina. Será su último gesto. En vano, apelará. Es declarada incapaz por las Cortes de Castilla. Su padre Fernando de Aragón y luego su hijo, el rey Carlos I, deciden su muerte anticipada. Es encerrada en la cárcel de Tordesillas. Serán cuarenta y seis años de luto y soledad. Sin embargo, Juana no se rinde.

Una reina rebelde. Una mujer ante todo. Una historia que se repite, todos los días, en todos los lugares del mundo. Una lucha que no cesa, todos los días, en todos los lugares del mundo. Todas somos Juana, seamos reinas o no.

¡Feliz Día de la Mujer! Por un nuevo y renovado compromiso por la vida, la igualdad y la libertad.

A todas las mujeres, un solidario abrazo.

Mirta Salafia