PH: Mirta Salafia / Edición: Estudio Butik

¿Cómo podemos registrar la pequeña rosa
de repente rojo oscura, joven y cercana?
Oh, no vinimos a verla,
pero cuando llegamos ella estaba allí.

Bertolt Brecht (1898-1956)

T

enía dos días y una tarde para conocer Berlín. El avión aterrizó en un mediodía gris que anunciaba lluvia segura. El hotel, a pocos pasos del aeropuerto. Dejé ordenada la habitación y con varios papelitos escritos en alemán en mis bolsillos, mochila al hombro, unos cómodos borcegos en los pies, plano y guía de la ciudad en mis manos, me entregué con alegría a la maravilla de descubrirla. La ciudad es grande, dispersa e impresionan las distancias entre un lugar y otro. Los bulevares, sea la avenida de los Tilos (Unter den Linden) o la Kurfürstendamm (llamada popularmente la Ku´Damm), son tan elegantes como interminables. El foco de la cámara competía con el de mis pupilas… de los balcones rojos de geranios a las veredas con pequeños y lujosos escaparates donde hacen ostentación de belleza las porcelanas, los cristales, las miniaturas de the art- in- the- city.com. Son emocionantes los tradicionales cafés reconstruidos como el Grosz o el Kranzler. Durante la guerra fría esta zona y sus alrededores constituían el centro comercial más importante de la zona oeste de Berlín. Su expansión se inició en 1920, el momento histórico más brillante de esta ciudad que fue la capital de la República de Weimar.

Luego de una parada en el Einstein Kafee, comenzaba una espesa llovizna y el regreso al hotel para la hora de la cena se impuso contra todo otro deseo.

Al día siguiente, fui la primera en ingresar al bus que nos llevaría a realizar un circuito por los puntos más importantes de la ciudad. Me senté en el primer asiento y esperé que el guía que hablaba en español, se presentara. Su nombre era Raúl y luego de una breve bienvenida nos advirtió que lo único que importaba era el respeto de los tiempos en cada parada. En cada una de ellas, sólo dispondríamos de cinco minutos para permanecer y sacar fotos. Las preguntas serían contestadas por turno. En ese punto debí bajarme y hacer mi aire.

Comencé a sentirme incómoda. Bajamos en “Platz des 18. März”, casualmente el día y el mes de mi nacimiento. Antes de recurrir a la guía de papel, recurrí al guía de carne y hueso de nombre Raúl y, le pregunté qué acontecimiento importante había ocurrido ese día, me respondió que sólo habíamos estacionado en esa plaza para caminar hacia la puerta de Brandeburgo. Otra vez dentro del bus, ya en movimiento, Raúl tomó el micrófono y nos anunció que nos dirigíamos a una fábrica de cerámica para comprar la mejor porcelana de Berlín. Salí despedida de mi asiento y le pedí que me permitiera bajar, que allí terminaba mi recorrido ya que el circuito por la ciudad recién se iniciaba y no me parecía oportuno, la compra de souveniers. Su respuesta fue contundente: “aquí se hace lo que yo digo, como decía nuestro querido Stalin”. Yo de pie. El resto de los pasajeros en estricto silencio. La escena era cruel y autoritaria.

Cuando ya no quedaban rastros de la ciudad y la Torre de la Televisión se desdibujaba, le hizo una señal al chofer y me permitió bajar maldiciéndome entre dientes. No sé por qué continúe caminando en la misma dirección. Sobre la vereda de la derecha terrenos baldíos, sobre la vereda de la izquierda, interminables e iguales bloques grises de cemento sin flores, de cuatro pisos con ventanas pequeñas separados por empalizadas rectas de baldosas cuadradas, los llamados monoblocks de Berlín Oriental.

Sentí mucha angustia y desamparo. Mientras intentaba tomar ritmo a mi marcha, respirar para aliviar mis aceleradas palpitaciones, elegir entre entender el mapa de la ciudad o buscar un taxi que me devolviera a un lugar turístico, me encontré sin gente a mi alrededor y con una pared demasiado ancha, despedazada en partes, que a medida que avanzaba iba descubriendo en su superficie, bellas obras de arte. Era y es el tramo más largo que se ha conservado del trágico muro que separó durante tantas décadas a los habitantes, entre el este y el oeste de la ciudad. Estaba en la “East Side Gallery” de Friedrichshain, en la Bernauer Strasse y frente al monumento conmemorativo del Muro de Berlín, el símbolo de la gran barbarie que supuso y supone la construcción de muros. Mis manos temblorosas rindieron homenaje en el registro fotográfico a los refugiados, a los muertos y a los sobrevivientes, a todos aquellos que con su vida y sufrimiento desestabilizaron el poder y el dominio.

No es casual haber elegido de esta galería de arte a cielo abierto, una de mis fotos sobre la obra “El baile”, en alemán “Die Tanzenden” de la artista plástica Sabine Kunz, para dar identidad e inicio a “Más Mujeres”.

Es una obra realizada con colores primarios, de rostros agudos, de brazos sin cuerpo, de miradas sesgadas, de rostros que enfrentan. Una obra que representa el baile como efecto liberador de la caída del muro, donde la diversidad de lo femenino se muestra tanto en los labios pintados de rojo, en la cintura ceñida, en los vestidos elegantes como en el rostro lavado y en los cuerpos lineales que nos remiten a los primeros dibujos de los niños.

Una obra que nos invita, nos compromete a la integración de lo diferente y a develar los muros visibles e invisibles para ser capaces de derribarlos, para impedir que se construyan, o al menos para traspasarlos y hacer con ellos, otra cosa.

Mirta Salafia

*Tras la firma de la capitulación alemana en Berlín, el 8 de mayo de 1945, las cuatro potencias victoriosas que derrocaron a Hitler (Estados Unidos de Norteamérica, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, Francia y Reino Unido), asumieron la administración del Gran Berlín. La gran tensión entre la U.R.S.S. y los otros países no dejó de profundizarse. En muro de Berlín que dividía la ciudad entre Alemania Occidental y Alemania Oriental comenzó con torres de vigilancia, alambradas y puestos de tiro con armas automáticas. El 13 de agosto de 1961, las autoridades de Alemania del Este prohibieron el paso de la frontera entre las dos zonas de Berlín. Pocos días después comenzó a construirse el muro a lo largo de la línea de puntos que delimitaba sobre el mapa el sector soviético. Un muro de hormigón armado de 160 km. de largo y 4 metros de alto separó a los alemanes durante largos 28 años. El 9 de noviembre de 1989, Günther Schabowski, anunció la adopción de un reglamento más flexible en materia de viajes fuera del país. Esa misma noche, los alemanes derribaron el muro.

*El 18 de marzo de 1945, 1250 bombarderos estadounidenses bombardearon, a la sociedad civil de Berlín en el marco de la Segunda Guerra Mundial. *El 18 de marzo de 1990, se realizan las primeras elecciones democráticas y pluripartidistas en la República Democrática Alemana /Alemania del Este. La unificación de Alemania Occidental y Alemania Oriental se realizó el 3 de octubre de 1990.