“El actor está ligado a su personaje como el cadáver a su ataúd”.

“No se involucre demasiado”, le pide el editor de una enciclopedia de cine a Nathalie Léger, luego de encargarle una reseña sobre Bárbara Loden; pero Nathalie Léger tiene otros planes.
¿Es tan difícil contar una historia?

“Al principio, no podemos más que intentar nombrar las cosas, una a una, de manera sencilla, enumerarlas, cuantificarlas, de la forma más banal posible, de la forma más precisa posible, intentando no olvidar nada.” La autora cita a Georges Perec, explora, indaga y de esta manera emprende el viaje que dará forma a un libro singular, reflexivo, una carga extra a la biografía de Bárbara Loden.

Nacida en Carolina del Norte, Bárbara Loden (Asheville 1932 – Nueva York, 1980) fue una actriz de teatro y cine, modelo pin-up y cantante en el Club Copacabana durante los años 50, estudió en el Actors Studio y en 1961 participó en Esplendor en la hierba, película dirigida por su segundo marido, Elia Kazan. En 1964 recibió el Premio Tony en la categoría Mejor Actriz por su interpretación en Después de la caída, pieza teatral escrita por Arthur Miller y dirigida por Elia Kazan, en la que encarna a Maggie, personaje inspirado en Marilyn Monroe.
Fue guionista, directora y protagonista de Wanda, un film independiente, ganador del Premio de la Crítica en el Festival de Cine de Venecia de 1970.

“¿Qué dolor, qué imposibilidad de vivir, puede llevarnos a desear el encierro?, ¿cómo puede una sentirse aliviada al ser encarcelada?”A partir de allí, Bárbara se aproxima a la historia de una mujer casada que viven el condado carbonero de Pensilvania, que intenta robar un banco, el robo fracasa, su cómplice muere y finalmente comparece sola ante el tribunal que la condena a 20 años de prisión.
Emparentada al trabajo del director John Cassavetes, Wanda es, en palabras de Marguerite Duras, una película sobre alguien que no se adapta, alguien inadecuado, como en la legendaria película Una mujer bajo la influencia.

Nathalie Léger y Bárbara Loden van más allá del estereotipo, se precipitan hacia una atmósfera ocre e improvisan para registrar el hastío, el temor, la vergüenza, la pasividad femenina, la ausencia, y es a través de la observación atenta que ambas iluminan el camino de regreso a sí mismas y encuentran la manera de hacerse escuchar.

Realmente odio las películas elegantes… son demasiado perfectas para ser creíbles. No me refiero solo a la mirada. Me refiero al ritmo, al corte, a la música, a todo. Cuanto más pulida es la técnica, más pulido se vuelve el contenido, hasta que todo se convierte en fórmica, incluidas las personas.
Bárbara Loden-

Gretel Bohoslavsky